
7 Poderosos Efectos en el Cuerpo Humano
SAN JOSÉ, 08 Abr (Elmundo.CR) – En la vida cotidiana, muchas actividades se han convertido en hábitos automáticos, tales como comer para nutrirnos, dormir para descansar, cepillarnos los dientes para mantener una buena higiene y ducharnos para nuestra limpieza. Sin embargo, a menudo el ejercicio físico no ocupa el espacio que debería en la rutina de muchas personas, a pesar de que sus beneficios son vastos y van mucho más allá de lo meramente estético, abarcando aspectos cruciales para el bienestar general.
Durante la práctica de ejercicio, nuestro cuerpo pasa por una serie de procesos metabólicos y fisiológicos que impactan de manera directa en nuestra salud física y mental. De ahí la importancia de reconsiderar y recalibrar la relación que mantenemos con el movimiento y la actividad física, especialmente en el contexto del Día Mundial de la Actividad Física, celebrado el 6 de abril, un momento ideal para reflexionar sobre nuestras costumbres y hábitos saludables.
- Estimula la producción de mitocondrias
El ejercicio físico juega un papel crucial en la biogénesis mitocondrial, lo que se traduce en la formación de nuevas mitocondrias dentro de nuestras células. Estas organelas son responsables de la generación de energía, un proceso vital para mantener la salud y la longevidad. Según el Dr. Carlos Ulloa, especialista en medicina deportiva y miembro del Consejo Asesor de Nutricionistas de Herbalife, la mejora en la cantidad de mitocondrias no solo contribuye a aumentar la resistencia muscular y acelerar la recuperación post-entrenamiento, sino que también retrasa los procesos degenerativos, extendiendo así la salud celular de manera significativa.
- Mejorar la recolección de glucosa en sangre
Cuando nos ejercitamos, los músculos tienen la capacidad de absorber una mayor cantidad de glucosa del torrente sanguíneo, ayudando a regular los niveles de azúcar en sangre y a prevenir enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2. Un estudio publicado en Cuidado de diabetes destaca que una combinación de ejercicios aeróbicos junto con entrenamiento de fuerza tiene un impacto positivo en la sensibilidad a la insulina, lo que resulta en una reducción efectiva de los niveles de glucosa para individuos que sufren de esta condición.
- Estimula la producción de sustancias neurotrasmisoras
Realizar actividad física también activa la liberación de neurotrasmisores que son clave para el bienestar emocional, como las endorfinas, dopamina y serotonina. Estas sustancias no solo mejoran el estado de ánimo, sino que también trabajan para reducir la tensión y la ansiedad, lo que contribuye a un mejor bienestar emocional y a un sueño reparador.
- Mejorar la plasticidad neuronal y la cognición
La práctica regular de ejercicio está asociada con un aumento significativo en la función cognitiva y en la estructura cerebral, de acuerdo con investigaciones publicadas en la Revista de investigación psiquiátrica. El ejercicio continuo fomenta la plasticidad neuronal, un proceso que permite a nuestro cerebro adaptarse a nuevas experiencias. Esto está relacionado con un aumento del flujo sanguíneo cerebral, una mayor liberación de neurotrasmisores y niveles elevados de factores neurotróficos, todo lo cual estimula la neurogénesis y la formación de nuevas conexiones sinápticas. “Esto significa que el ejercicio puede ayudar a prevenir el deterioro cognitivo y disminuir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como la demencia”, comenta Ulloa.
- Reforzar los huesos
Realizar actividad física de manera regular es fundamental para la prevención y tratamiento de la osteoporosis. Varios estudios han mostrado que actividades de bajo a moderado impacto, como el entrenamiento con peso, estimulan la formación de osteoblastos (células que crean hueso) y disminuyen la actividad de los osteoclastos (células que descomponen el hueso). “Incluso las personas que comienzan a entrenar en sus 30 pueden mejorar su densidad ósea a largo plazo y prevenir la osteoporosis, especialmente en las mujeres”, añade Ulloa, destacando que nunca es demasiado tarde para comenzar con una rutina de ejercicio.
- Reforzar el sistema inmune
La actividad física regular fortalece el sistema inmunológico al mejorar la circulación de células de defensa, tales como linfocitos y macrófagos, lo que permite una respuesta más eficaz contra virus y bacterias. A su vez, el incremento en el flujo sanguíneo en el tracto digestivo fomenta un equilibrio positivo de la microbiota intestinal, lo cual es fundamental para una buena inmunidad.
Además, el ejercicio puede reducir la inflamación crónica al regular la producción de citocinas, moléculas que son esenciales para la respuesta inmunitaria, y también ayuda a controlar los niveles de cortisol, una hormona del estrés que, en exceso, puede debilitar nuestro sistema inmunológico. “Es importante encontrar un equilibrio: mientras que la actividad física moderada refuerza nuestras defensas, un exceso sin el debido descanso puede incrementar el riesgo de infecciones. Mantener una rutina activa, combinada con una alimentación saludable y un descanso adecuado, es la mejor estrategia para fortalecer nuestras defensas y cuidar nuestra salud”, concluye Ulloa.
- Aumentar los músculos y la masa
El entrenamiento de resistencia es fundamental para la hipertrofia muscular, ya que promueve el aumento de la síntesis de proteínas, un proceso esencial para restaurar y fortalecer las fibras musculares. En respuesta al esfuerzo, los músculos se tornan más fuertes, resistentes y están mejor preparados para enfrentar mayores exigencias. Este efecto se potencia con una ingesta adecuada de proteínas en la dieta. “Este proceso es crucial para mantener nuestra fuerza y autonomía en las actividades diarias a medida que envejecemos, ya sea al levantarnos de una silla, subir escaleras o jugar con nuestros hijos y nietos”, concluye Ulloa.