
Tecnología con acento costarricense: la ventaja oculta de Costa Rica en la nueva ola de proximidad
SAN JOSÉ, 06 de mayo (Elmundo.cr) – A lo largo de los años, Costa Rica ha emergido como uno de los destinos más atractivos para la inversión extranjera directa (IED), gracias a factores clave como su estabilidad democrática, la cercanía geográfica a los Estados Unidos y la disponibilidad de talento calificado y bilingüe. Solo en el año 2024, el país cerró con un impresionante registro de 73 nuevos proyectos de IED, creando más de 5,500 puestos de trabajo netos, según las cifras proporcionadas por Cinde. Este total incluyó 21 startups emergentes y 52 reinversiones, lo que refleja la confianza continua que los inversores tienen en el ecosistema empresarial nacional.
Sin embargo, el panorama global está experimentando una transformación significativa. La reconfiguración de los procesos productivos, impulsada por el crecimiento de la inteligencia artificial (IA), ha dado lugar a una nueva competición entre países. Ya no solo se compite en función de costos; la adaptación tecnológica se ha convertido en un factor crucial. En este contexto, Costa Rica está bien posicionada para no solo mantener, sino también consolidar su lugar en la nueva era de integración global, siempre y cuando acelere la adopción estratégica de la IA dentro de su modelo económico.
Guillermo Salas Dalsaso, reconocido experto en innovación tecnológica, sostiene que la verdadera respuesta se encuentra en una combinación inteligente de tres factores: proximidad física, adaptabilidad cultural y talento técnico altamente capacitado. “La inteligencia artificial puede llevar a cabo tareas con notable rapidez, pero la supervisión, la adaptación a contextos cambiantes y la reacción ante eventos imprevistos deben seguir siendo funciones humanas. Para resolver problemas, se requiere la presencia de un profesional calificado que pueda hacerlo en tiempo real”, afirma.
El modelo de subcontratación que era tradicionalmente basado en volumen y bajo costo está perdiendo relevancia frente a una nueva lógica que prioriza la co-creación de soluciones, la especialización y la agilidad. Las empresas contemporáneas buscan socios que no solo implementen soluciones, sino que también sean capaces de innovar, especialmente en sectores como la mecatrónica, la ciberseguridad, el análisis de datos y la inteligencia artificial orientada a contextos específicos. En Costa Rica, ya se vislumbran resultados positivos: el talento digital creció en un 18.2% en 2023, impulsado por programas de capacitación técnica y la cooperación entre el sector público y privado. Además, un asombroso 65% de las empresas tecnológicas del país ya están usando o planean utilizar soluciones basadas en IA, según datos de la Cámara de Tecnologías de Información y Comunicación (CAMTIC).
Esto abre nuevas oportunidades para el sector de servicios, particularmente en el ámbito del BPO (Business Process Outsourcing), que está experimentando una transformación significativa. Aunque no es un descubrimiento que los chatbots y asistentes virtuales están ocupando funciones repetitivas, también se están generando nuevas oportunidades en áreas como diseño conversacional, capacitación de algoritmos y soporte técnico localizado. El desafío para Costa Rica, como advierte el experto, es transitar de un modelo de soporte operativo a uno con valor estratégico agregado.
“El verdadero valor no radica en simplemente tener IA, sino en saber cómo entrenarla y ajustarla a la realidad costarricense. Esa es la clave para incrementar nuestra ventaja competitiva”, concluye Salas Dalsaso. Por lo tanto, al reconsiderar el futuro del país, es vital acelerar una transformación educativa que se centre en desarrollar habilidades prácticas y no solamente en otorgar títulos académicos. La formación modular, continua y flexible se perfila como una respuesta necesaria ante la rápida evolución tecnológica.
La reevaluación del futuro productivo de Costa Rica también implica repensar su sistema educativo. La rigidez asociada a los títulos tradicionales debe dar paso a un enfoque más dinámico que priorice la formación modular y habilidades concretas. “La educación superior debe implementar tecnologías emergentes desde el primer año de estudio, no como una opción adicional, sino como un núcleo esencial del programa de formación. Necesitamos preparar a las personas para que interactúen activamente con la tecnología, en lugar de ser meros observadores”, advierte el experto.
Tres pilares para la proximidad de la próxima generación
Salas identifica tres áreas fundamentales que son claves para consolidar a Costa Rica como un centro estratégico en esta nueva era de proximidad:
- Tecnología local en inteligencia artificial: Formación en IA, Big Data y automatización, adaptadas a la idiosincrasia, el idioma y la realidad nacional.
- Infraestructura inteligente: Mejorar la conectividad en áreas industriales y capacitar a los técnicos necesarios para operar y mantener sistemas automatizados.
- Innovación colaborativa: Formar alianzas estratégicas entre el estado, las universidades y el sector privado para desarrollar centros tecnológicos que brinden soluciones específicas para el país.
El experto enfatiza la necesidad urgente de actuar con una visión tanto a corto como a medio plazo: “No se puede permitir que pase una década en planes que no se ejecutan. La velocidad del cambio tecnológico nos obliga a reflexionar sobre ciclos de 12 a 18 meses. El futuro no se planifica, se construye con capacitación activa”.
Perfiles clave en la nueva economía productiva
Dentro de los nuevos roles que están emergiendo en el país se encuentran:
- Artistas de inteligencia artificial focalizados en servicios al cliente.
- diseñadores de conversaciones automáticas con un enfoque cultural.
- Entrenadores regionales que optimizan algoritmos.
- Técnicos de mantenimiento para sistemas automáticos.
- Profesionales híbridos que combinan instrumentos de IA con habilidades de resolución empática.
Para Guillermo, la clave es aprovechar el tiempo para convertir a Costa Rica en un socio estratégico en la economía del futuro. El país posee experiencia en talento, una ubicación envidiable y capacidades exportadoras. El próximo paso crítico es consolidar esas competencias que permitan ofrecer servicios innovadores, multilingües y tecnológicamente avanzados.