
A favor y en contra de una dieta cada vez más global y "desestilizada"
Ayer tuvo lugar una experiencia insólita en el supermercado. La dulzura redonda, de color naranja y con un ligero toque amargo, los frutos del Japón se presentan como uno de esos pequeños milagros que nos traen la llegada de mayo. Es cierto que se trata de una anécdota: la existencia de un puñado de miles de toneladas de un producto de temporada que es distribuido por los supermercados de cinco o seis provincias en España. Sin embargo, esa situación logró hacerme sonreír al principio; y luego, una vez reflexionado, fruncí el ceño.
Porque ayer me di cuenta de algo fundamental: casi siempre consumimos lo mismo. Claro que podemos hablar de una dieta variada y equilibrada, pero eso es cierto únicamente hasta que nos detenemos a observar que nos movemos en torno a las mismas 20 o 30 referencias de frutas y verduras que repetimos una y otra vez.
Existe una batalla constante en el mundo de la distribución; una lucha por asegurarse de que nuestra alimentación esté ás establecida; de que nuestras opciones dietéticas queden limitadas y que el proceso de compra en el supermercado sea más uniforme.
Puede parecer una exageración, pero existen miles de ejemplos que validan esta afirmación. Cuando reflexionamos sobre ello, la idea de ir a la tienda y encontrar aguacates en pleno apogeo de su temporada se torna casi mágica. En España, el aguacate florece en abril; no obstante, también se puede ver en marzo y mayo, aunque abril es su mes estelar. Pero aquí viene la pregunta: ¿qué sucede con el aguacate durante los meses de primavera y verano? ¿De dónde provienen esos aguacates que inundan los estantes de los supermercados?
La respuesta es clara: De Perú. Aunque hay otros orígenes, esencialmente la mayoría provienen de Perú. El mercado y la globalización han logrado lo que podría considerarse una hazaña notable: contar con productos de temporada disponibles a lo largo de todo el año. En ciertas ocasiones, se importan de otras áreas del mundo (como es el caso de los aguacates); en otros casos, se desarrollan variedades que permitan un cultivo permanente a lo largo del año. Lo mismo ocurre con las patatas y los tomates, que exhiben una variedad de cosechas que incluyen la temprana, media y tardía.
La ley de la jungla. Desde esta perspectiva, el comercio internacional y los productos que requieren coordinación global seleccionan aquellos productos que pueden generar una demanda suficiente para asegurar una rentabilidad continua a lo largo del año.
Sin embargo, no todos los productos tienen esa misma suerte; muchos grupos de consumo no son lo suficientemente grandes, y como resultado, muchos productos tradicionales están disponibles únicamente a nivel local. A su vez, el consumo masivo se traduce en estantes de supermercados repletos con productos de alto rendimiento que llegan de medio mundo.
En nuestra despensa, se libra una feroz batalla, donde solo sobreviven los productos más adecuados para captar la atención de estas grandes corporaciones que dominan el mercado.
¿Es realmente beneficioso contar con una dieta tan estandarizada? Sin duda, hay aspectos positivos que destacar. Podemos disfrutar de aguacates durante todo el año, lo cual resulta una ventaja. Durante milenios, la humanidad tuvo que adaptarse y comer lo que estaba disponible en su entorno, mientras que hoy en día nos encontramos con la capacidad de comer según nuestras preferencias y deseos.
Sin embargo, dentro de un ámbito que está marcado por factores culturales, sociales y personales como es el de la alimentación, el futuro de la gastronomía se enfrenta a una restricción evidente: se está homogeneizando y volviéndose menos diverso y más inseguro. No obstante, resulta innegable que esta tendencia lo hace todo, en cierto modo, más atractivo: como un buffet de desayuno en un hotel de lujo, donde se agrupan los platos más populares de cada cultura del mundo.
Mientras tanto, los autores de ciencia ficción nos han presentado visiones del futuro donde se consumen alimentos astronautas, una suerte de mezcla de nutrientes concentrados. Al mismo tiempo que somos conscientes de estos cambios nutricionales, surge la promesa de que al final todos terminaremos comiendo de manera muy similar.
Imagen | Nrd
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