
El alcalde de Barva detalla cómo están combatiendo el crimen organizado.
Mientras que el país enfrenta cifras históricas de homicidio involuntario y una creciente fragmentación entre las áreas costeras marcadas por la violencia y aquellas regiones con un desarrollo social más robusto, El Cantón Herediano de Barva se perfila como un modelo silencioso de seguridad y convivencia pacífica. Este contexto sugiere que la violencia no es una inevitable consecuencia del entorno, sino un fenómeno que puede ser mitigado mediante diversas estrategias y políticas efectivas.
De acuerdo a los datos proporcionados por la Agencia de Investigación Judicial (OIJ), en el año 2024, Barva reportó Ningún homicidio. Este resultado no fue una mera coincidencia; durante el año anterior, 2023, el cantón igualmente figuró como uno de los más seguros del país. Junto con otros tres cantones de la provincia, a saber, Santa Bárbara, San Isidro y Flores, Barva forma parte de un selecto grupo de 14 cantones costarricenses que no han registrado asesinatos durante el año pasado.
La realidad de Barva posiciona a Heredia como la provincia más segura del país por segundo año consecutivo. Mientras que provincias como Limón y Puntarenas aún lideran las estadísticas por sus altas tasas de homicidio (con 37.8 y 20.5 por cada 100,000 habitantes en 2024, respectivamente), Heredia ha logrado reducir su tasa de homicidio de 8.6 a 7.1 por cada 100,000 residentes, la más baja del país.
“Estamos firmes en nuestra postura sobre el problema de seguridad: tolerancia cero. Tolerancia cero para aquellos que atentan contra la integridad de las familias y de las personas de bien. En 2023 y 2024, se reportaron 145 crímenes menos. En 2024, cero homicidios y cero femicidios”, manifestó el alcalde de Barva, Jorge Acuña.
¿Cuáles son las razones detrás de este fenómeno?
Las explicaciones que sustentan este notable éxito, según el director de la OIJ, Randall Zúñiga, se fundamentan en una serie de factores estructurales y en la gestión del gobierno local. En Heredia, ocho de sus diez cantones cuentan con fuerzas policiales municipales; la cobertura educativa es excepcional, además de una notable presencia de instituciones privadas en diversos sectores.
“Heredia posee características propias, una armadura especial (…) que fomenta condiciones propicias para la inversión social. Hay una cohesión comunitaria significativa y se realiza inversión en seguridad a través de cámaras y estrategias de prevención”, expuso Zúñiga en una de sus conferencias recientes.
En el caso particular de Barva, este cantón se distingue por una sólida cultura comunitaria, entornos urbanos bien ordenados y una activa participación ciudadana en diversas actividades. Su proximidad a los centros de empleo, la baja incidencia de delincuencia y una efectiva coordinación entre las instituciones han sido clave para la construcción de una realidad social significativamente diferente de la vivida en otras regiones del país.
Un contraste creciente
El contraste es cada vez más evidente: mientras que en áreas como Matina, Esparza o en ciertos sectores de la región, todavía se enfrenta a problemas vinculados al crimen organizado y el control territorial, en cantones como Barva, las prioridades se centran en mejorar la movilidad, promover el esparcimiento y preservar las tradiciones locales.
En el año 2024, Barva celebró su tradicional mascarada en un ambiente de paz, sin la necesidad de implementar medidas de seguridad extraordinarias. Esta tranquilidad, que resulta escasa en otras latitudes del país, ha llegado a formar parte del estilo de vida cotidiano en Barva.
¿Es replicable el modelo de Barva?
A pesar de que cada región cuenta con sus propias características, el caso de Barva, al igual que el de Nandayure o Tarrazú, refuerza la premisa de que la seguridad no depende únicamente de acciones punitivas, sino de la inversión social, la organización comunitaria y estrategias de prevención efectivas.
Heredia, y en particular Barva, no son ajenos a los desafíos que enfrenta el país en términos de seguridad. Sin embargo, en este momento demuestran que es posible mantenerse alejado de la ola de violencia que afecta a otras regiones. Esta excepción debería ser vista como un espejo que refleje las posibilidades de transformación para el resto del país.