
Es normal que la Fuerza Aérea de Estados Unidos vuele sus tres bombarderos B-52. Que no lo haga tanto contra Venezuela – La nación


A principios de septiembre, el sur del Caribe se convirtió en un juego de guerra híbrido, mezclando operaciones antinarcóticos, sanciones financieras y operaciones militares. Luego supimos que Estados Unidos había decidido abrir una base que llevaba 20 años cerrada y que desde entonces no han dejado de llegar aviones F-35.
Se agregaron tres aviones de combate. Monstruo Vista de Venezuela.
El rugido. En los últimos días, el Caribe ha vuelto a ser escenario de una operación militar que recuerda a los años más tensos de la Guerra Fría. Hasta tres bombarderos estratégicos B-52 americano fueron vistos en órbita durante horas las costas de venezuelaescoltado por cazas F-35 y apoyado por camiones cisterna y drones de reconocimiento.
La maniobra realizada en el espacio aéreo internacional lo fue todo menos discreto: una demostración deliberada de fuerza a pocos kilómetros de Caracas, en un contexto en el que Washington aumenta la presión contra el régimen de Nicolás Maduro y en el que hay rumores de una posible acción directa Comienzan a sonar con creciente veracidad.
Eco de los gigantes. Los B-52 estacionados en Luisiana navegaron el cielo caribeño con el propósito claro ver. Su mera presencia tiene una importancia estratégica: Cada uno de estos gigantes puede transportar docenas de ellos. Misiles de crucero de largo alcancecapaz de alcanzar objetivos terrestres o marítimos sin tener que sobrevolar territorio enemigo.
Estados Unidos asegura que las patrullas son parte de operaciones antidrogas, pero la coincidencia con las amenazas de Trump y los recientes ataques a barcos sospechosos de narcotráfico sugiere un mensaje político más claro: advertir a Maduro que el alcance de Washington se extiende desde el aire hasta las aguas del Caribe y, si lo considera necesario, más y más allá.
la valla En apenas dos meses, el Pentágono ha desplegado en la región una fuerza naval y aérea que incluye tres destructores, un crucero misilístico, un submarino nuclear y un grupo anfibio con más de 2.000 marines. A se suman Drones Reaper, aviones de transporte C-17 y el temible AC-130J Ghostrider, especializado en operaciones de interceptación y operaciones quirúrgicas.
La estructura recuerda más a una fuerza preparatoria para una campaña limitada que a una mera operación antinarcóticos. Washington también lo ha confirmado Creando una nueva fuerza Grupo de trabajo regional bajo el mando de la II Fuerza Expedicionaria de la Marina, mientras aumentan los informes de ataques mortales a embarcaciones sospechosas en aguas internacionales: al menos cinco en las últimas semanas, dejando 27 muertos.
Amenaza abierta. El punto de inflexión ha llegado cuando el propio Trump declarado abiertamente quien estudia “ataques a tierra venezolana” luego de tener “un control casi total del mar”. Lo dijo con la naturalidad de alguien que describe la continuación lógica de una operación en curso. También admitió haber hecho esto. autorizado por la CIA desarrollar operaciones encubiertas en territorio venezolano, en una decisión que representa un salto cualitativo respecto a la tradicional presión diplomática.
Aunque evitó confirmar si esa autorización incluía la figura de Maduro, la insinuación le bastóActiva todas las alarmas en la región. En Washington, fuentes del Departamento de Defensa afirman que se trata de medidas destinadas a “desmantelar las redes de narcotráfico”, pero el propio Trump ha calificado al presidente venezolano como “el jefe de un cartel”, desdibujando la línea entre una guerra antidrogas y una operación de cambio de régimen.
Venezuela en alerta. La respuesta desde Caracas fue instantáneo. Maduro acusó a Estados Unidos de preparar una invasión y lo denunció en Naciones Unidas calificado como una “violación muy grave del derecho internacional”. Su gobierno afirma que los movimientos militares tienen como objetivo “legitimar una operación de cambio de régimen para apoderarse de las reservas de petróleo venezolanas”.
En un discurso televisado, apoyado por sus dirigentes militares, gritó los golpes patrocinado por la CIA durante la Guerra Fría en América Latina y gritó: “¡Abajo los golpes! América Latina ni los quiere ni los necesita”. Al mismo tiempo, anunció que 4,5 millones de milicianos civiles estaban dispuestos a defender el país, aunque las cifras reales de reclutamiento estaban lejos de su retórica. Mientras tanto, la oposición, encabezada por María Corina Machado (recientemente premiada con el premio nobel de la paz), celebró el apoyo estadounidense y dedicó su premio a “Trump por su apoyo crítico a nuestra causa”.
Línea roja borrosa. La situación se ha convertido en una peligrosa coreografía del poder. Por un lado, Washington insiste en su misión Detener el narcotráfico y la migración irregular, por otro lado, sus acciones se parecen cada vez más a la fase preparatoria de una operación militar. La retórica de Trump, directa y sin filtros, evoca los viejos fantasmas de las intervenciones norteamericanas en América Latina, mientras que su intervención en el Caribe se asemeja a una reimaginación moderna de Estados Unidos. Política de gran garrote.
Venezuela, con un ejército debilitadosanciones opresivas y una crisis interna constante, se convierte así en un tablón y una excusa: el lugar donde se cruzan la búsqueda de Estados Unidos de control regional y la necesidad de un enemigo externo para mantener la cohesión del chavismo.
¿Un juego previo? Él Vuelo del B-52 No fue una maniobra de rutina frente a las costas de Venezuela. Fue una señal. Prueba de que la presión ya no se mide en sanciones o comunicaciones, sino en misiones de largo alcance, escoltas de combate y submarinos que patrullan silenciosamente a pocos kilómetros de la plataforma continental de un Estado soberano.
Trump encontró que en Maduro antagonista perfecto: un dictador aislado transformado en un símbolo del colapso latinoamericano y una reivindicación de su nueva doctrina hemisférica. Una advertencia a los marineros, por así decirlo: esta podría ser la primera salva de intervención selectiva.
Imagen | Fuerza Aérea de los EE.UU.
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