October 25, 2025
Hay alimentos que literalmente secuestran tu cerebro.

 – La nación
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Hay alimentos que literalmente secuestran tu cerebro. – La nación

Una papa frita cruje, el sabor salado se mezcla con el dulzor de la limonada y el cerebro pide más. No es una coincidencia. Lo que parece un simple antojo es en realidad una respuesta programada: una oleada de dopamina tan poderosa como la provocada por algunas drogas. Cada vez más científicos sostienen que determinados alimentos nos cautivan.

¿Un nuevo enfoque? Durante mucho tiempo, la obesidad y los trastornos alimentarios se consideraron puramente una cuestión de voluntad. Sin embargo, los avances en la neurociencia están cambiando esta percepción.

Psiquiatra Claire Wilcox explica quePoco a poco, los científicos se ponen de acuerdo en algo sorprendente: algunos alimentos activan el cerebro casi tanto como drogas como la nicotina o el alcohol. “El consumo de determinados productos -galletas, refrescos, bollería industrial- Activa los centros de recompensa del cerebro.lo que crea una sensación de bienestar inmediato. Y cuanto más repetimos este estímulo, más lo necesitamos”, explica. El problema es que, a diferencia del tabaco o el alcohol, no podemos dejar de comer.

¿Qué está pasando en nuestra cabeza? Adicciones Comparten tres sistemas cerebrales. Un aviso:

  • El sistema de recompensa que libera dopamina cuando algo nos produce placer.
  • El sistema de respuesta al estrés implicado en la tolerancia y la abstinencia.
  • El sistema de control ejecutivo, que regula los impulsos y ayuda a tomar decisiones racionales.

Cuando comemos alimentos muy sabrosos, el cerebro libera dopamina en la red de recompensa. Aprende a asociar este sabor con una sensación agradable e intenta repetirlo. Con el tiempo, el circuito se “recablea”: se necesitan más para sentir el mismo efecto y el control racional disminuye. Wilcox lo explica asi: “Con el tiempo, resistir los antojos se vuelve más difícil debido al daño en las áreas de control ejecutivo, tal como ocurre con las drogas”.

La ciencia detrás del debate. En los últimos años, la investigación sobre la adicción a la comida se ha disparado. Un artículo de Nature Medicineque analizó casi 300 estudios en 36 países, concluyó que los alimentos altamente procesados ​​pueden “secuestrar” los sistemas de recompensa del cerebro. El resultado: antojos, pérdida de control y consumo continuado, aunque tenga consecuencias negativas.

El neurocientífico Mark S. Gold y la psicóloga Ashley Gearhardt de la Universidad de Michigan, ellos siguen adelante: “No nos volvemos adictos a las manzanas, sino a productos que actúan como una droga en el cerebro”.

Sin embargo, todavía no existe un consenso médico. Ni la OMS ni la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconocen la adicción a la comida como un diagnóstico oficial. “Comer es una necesidad fisiológica –recuerda la maestra Elisa Rodríguez Ortega– y los límites entre adicción, bulimia o atracones siguen sin estar claros.

En medio de la diana. Durante años, el azúcar fue considerado el gran villano de la dieta moderna. Hoy en día, los estudios sugieren un escenario más complejo: no es sólo el azúcar, sino también la combinación de ingredientes, texturas y aditivos en los alimentos altamente procesados ​​lo que puede volverlos adictivos.

Estos productos (mezclas industriales de grasas, sal, azúcar y potenciadores del sabor) están diseñados para brindar placer inmediato y fomentar el uso repetido. Según la revista NatureEsta composición “altamente palatable” activa el sistema de recompensa con más fuerza que los alimentos naturales, lo que explicaría por qué es tan difícil parar tras el primer bocado.

El azúcar, por el contrario, sigue desempeñando un papel clave. Investigación, citado en JAMA Medicina Internamuestran que un exceso de azúcar añadido no sólo aumenta el riesgo de enfermedad cardiovascular sino que también altera la respuesta dopaminérgica, reforzando así los mecanismos de adicción.

qero sustantivo, masculino—o todos somos igualmente vulnerables. La psicóloga Michelle S. Hunt, especialista en adicción a la comida, Detalles de que hay una combinación. factores genéticos, emocionales y ambientales. “Los alimentos ricos en hidratos de carbono, grasas o azúcar activan las mismas zonas del cerebro que las drogas o el alcohol. Con el tiempo, el cerebro adapta sus receptores y requiere dosis más altas para sentir la misma sensación de bienestar”, apunta.

El estrés, los miedos y el contacto temprano con alimentos altamente procesados ​​son otros factores desencadenantes: el cerebro aprende desde pequeño a asociar el placer con productos muy sabrosos. “Las personas que utilizan los alimentos para hacer frente a sus dolencias corren mayor riesgo”, advierte Hunt.

La frontera con otro tipo de trastornos. Distinguir entre la adicción a la comida y otros trastornos alimentarios no es una tarea fácil. Según el portal Eating Disorder HopeEn ambos casos se presentan signos similares: pérdida de control, sentimiento de culpa, miedo y, a menudo, aislamiento social.

un estudio publicado en Naturaleza observaron que las personas con bulimia o atracones tienen cambios similares en las áreas del cerebro que regulan la dopamina. Esto sugiere que puede haber una base neurobiológica común. Dr. Mark S Oro va al grano claramente: “La obesidad y los atracones no son sólo problemas de conducta; también comparten los mismos mecanismos cerebrales que otras adicciones”. Por este motivo, los tratamientos actuales combinan la terapia cognitivo-conductual con programas para dejar de fumar y apoyo emocional.

Reeducación con la alimentación. A diferencia de las drogas, la abstinencia total no es posible: todos tenemos que comer. Por este motivo, los tratamientos actuales pretenden reeducar la relación emocional con la comida. Psiquiatra Kim Dennis dirige una clínica donde combina modelos de adicción y trastornos alimentarios: los pacientes aprenden a no restringir demasiado su ingesta de calorías – para evitar el efecto rebote – sino a identificar los llamados alimentos “desencadenantes”, es decir, aquellos que desencadenan antojos incontrolables.

Al mismo tiempo, los medicamentos también están abriendo nuevas vías. Oro destaca el uso de medicamentos como la naltrexona y el bupropión o el nuevo GLP-1 (como Ozempic o Mounjaro), que rompen la conexión entre placer y consumo y reducen tanto la ingesta de alimentos como el ansia de sustancias adictivas.

La última pregunta. Aunque la ciencia aún no ha zanjado el debate, la evidencia es cada vez más clara: algunos alimentos no sólo nutren o engordan, sino que también moldean profundamente el cerebro y los hábitos. Cada bocado deja huella en los ciclos del placer y en la forma en que aprendemos a comer.

No se trata de demonizar la comida ni de negar el placer, sino de aceptar que comer hoy es un acto determinado por factores que van mucho más allá del apetito. En un mundo donde cada sabor está optimizado para el anzuelo, la verdadera fuerza de voluntad puede residir en saber detenerse antes del siguiente bocado.

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