
Jefe de Estado y Líder Espiritual: el doble papel del Papa.
Por Samuel Salgado
Francisco, quien se convirtió en el primer pontífice latinoamericano en la historia, cautivó al mundo con su estilo humilde y su firme preocupación por los menos favorecidos. Sus críticas al capitalismo y su clara postura sobre las injusticias sociales expusieron el poder del Estado papal. A lo largo de su papado, Francisco se dedicó a promulgar una nueva constitución para el Estado del Vaticano y a luchar contra la burocracia y la corrupción dentro de la institución religiosa más influyente del mundo. En este sentido, surge la pregunta: ¿hasta dónde puede influir el sucesor de San Pedro?
El 13 de mayo de 2023, el fallecido Papa Francisco selló su legado como líder del Vaticano. Fue en esta fecha cuando el primer pontífice latinoamericano emitió la nueva “ley fundamental del estado de la ciudad del Vaticano”, conocida como la constitución que regula al país más pequeño del mundo. Este nuevo marco legal persigue una estructura más clara en cuanto al poder y las funciones de los cuerpos de gobierno dentro del Vaticano, como un intento consciente del Papa Francisco de modernizar y regular un estado con particularidades únicas.
Esta reforma claramente señala que el sucesor de San Pedro, más allá de su liderazgo espiritual para cerca de 1.300 millones de personas, actúa como un jefe de estado que enfrenta tanto desafíos en la política internacional como en la política interna.
Vaticano, un estado para la Iglesia Católica
El origen de esta ley fundamental se remonta al Tratado del Letrán, firmado en 1929 entre la Santa Sede y el entonces Reino de Italia. Gracias a estos acuerdos, surgió la ciudad del Vaticano como un estado independiente, que terminó con una larga disputa entre la Iglesia Católica y Roma. Así nació uno de los estados más pequeños del mundo en términos de territorio, pero con un impacto que resuena en todo el mundo.
El propósito fundamental del Vaticano es apoyar la misión de la Iglesia Católica, asegurando su independencia para llevar a cabo su labor evangelizadora. Al ser un estado, sujeta al derecho internacional, el Vaticano puede disfrutar de autonomía y protegerse contra interferencias externas.
Las normativas del Vaticano ostentan un dualismo fascinante. Por un lado, el Papa, como Jefe de Estado, asegura la ejecución de la constitución fundamental. Por otro lado, al ser también el líder espiritual, el Papa patrocina la doctrina del Profeta Jesús a través de la Ley Canónica dentro de la estructura de la Iglesia, cimentando así su autoridad tanto política como religiosa.
Este poder religioso está administrado por una institución conocida como la ‘curia romana’, que actúa como el organismo central del Vaticano.
El poder de reforma pontificada de Francisco en la ciudad del Vaticano
Durante su papado, Francisco supervisó reformas significativas en el banco del Vaticano, enfrentando escándalos y corrupción. Su objetivo fue alinear a los burócratas con un enfoque financiero más transparente, limitar su remuneración y restringir su capacidad para recibir regalos o otorgar contratos públicos. El Papa dio incluso instrucciones a la policía del Vaticano para llevar a cabo allanamientos en su propia Secretaría y en la Agencia de Control Financiero del Vaticano tras sospechas de una inversión controversial de 350 millones de euros en un proyecto inmobiliario en Londres.
Después de un juicio prolongado que duró dos años y medio, un tribunal condenó al cardenal una vez poderoso Angelo Becciu por malversación de fondos, y se emitió un juicio mixto contra otros nueve cardenales, resultando en la liberación de uno de ellos. Sin embargo, estos eventos resultaron ser un golpe significativo para la reputación de la Iglesia, exponiendo fallas en el sistema legal del Vaticano y en la dinámica entre los monseñores. El Papa, al intervenir en estos casos, se vio envuelto en controversias que ensombrecieron su esfuerzo reformador.
A pesar de que fue elogiado por su intento de transformar las finanzas del Vaticano, sus críticas al capitalismo y las injusticias sociales provocaron la desaprobación de muchos conservadores estadounidenses. La justicia económica fue un tema recurrente para Francisco, quien ha manifestado en diversas ocasiones su deseo de construir una “iglesia pobre para los pobres”.
Comunicación y diplomacia, armas del Papa
Francisco realizó visitas a 66 países durante su papado, consolidando su presencia en el escenario internacional de forma similar a cualquier otro jefe de estado. Estos viajes han generado emociones similares a las que producen las visitas de presidentes o monarcas, llegando a parecer eventos de gran impacto mediático, como el “Día Mundial de la Juventud” celebrado en 2013 en la ciudad brasileña de Río de Janeiro.
Aparte de su carisma y sus extensos viajes, la figura del Papa ha buscado constantemente expresar su perspectiva sobre casi todos los temas contemporáneos relacionados con la fe y la ética mundial. La presencia mediática internacional que ha logrado es, en parte, una estrategia para elevar el prestigio romano y los nombramientos de obispos, quienes están concebidos más como representantes del Papa que como líderes autónomos de las diócesis locales, siguiendo un patrón establecido desde el primer Concilio del Vaticano y exacerbado durante el papado de Juan Pablo II.
En nuestra era moderna, la oficina del Papa también ha experimentado un notable cambio en su estilo comunicativo, lo que ha generado una nueva interacción simbólica y mensajes adaptados a los tiempos actuales. Este nuevo estilo de comunicación, especialmente durante la era de Francisco, ha dejado un impacto notable y duradero en la percepción global de la Iglesia.
El Papa controla el repositorio de información más grande del mundo
Al igual que cualquier otro país, las embajadas son un recurso crucial de información para el Vaticano. Sin embargo, a diferencia de otros estados, la Santa Sede obtiene su información no solo de sus embajadas, sino también de diócesis, órdenes religiosas e instituciones católicas en todo el mundo. Esto permite que cualquier sacerdote, monje o laico pueda enviar cartas o informes sobre temas eclesiásticos, políticos, económicos o sociales a cualquiera de las oficinas del Vaticano, con la mayoría de los reportes siendo recopilados por el “Secretario de Estado”.
Este sistema convierten al Vaticano en el mayor repositorio de información del mundo, superando incluso a las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Rusia. Ni siquiera los regímenes más represivos pueden ocultar información al Vaticano, dado que las iglesias locales poseen sus propios métodos de transferencia informativa. Esta vasta colección de datos representa uno de los pilares del poder y la influencia del Papa, no solo en el ámbito religioso, sino también durante períodos en que la Iglesia no tuvo un estado reconocido, como en el intervalo entre la pérdida de su último principado en 1870 hasta la firma del acuerdo con Italia en 1929.
La influencia y el conocimiento del Papa trascienden más allá de los países con poblaciones católicas. Incluso aquellos estados con minorías cristianas mantienen intercambios diplomáticos con el Vaticano, incluyendo bloques regionales como la Liga de Estados Árabes. El Estado administrado por el Papa es miembro de más de 45 organizaciones internacionales, incluyendo la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde goza del estatus de observador.
Con Reuters, AP y medios locales.