
La crisis oculta de los migrantes venezolanos en México.
En la Ciudad de México, más de 1,000 migrantes venezolanos han establecido campamentos improvisados mientras buscan recursos que les permitan regresar a su país. Algunos esperan con la esperanza de encontrar una ruta segura para acceder a los vuelos de repatriación que ofrece el Gobierno de Nicolás Maduro. A medida que los días pasan, estas estructuras provisionales se convierten en un símbolo de lucha y resistencia. Las autoridades mexicanas intentan reubicar a los migrantes en refugios temporales, pero hasta ahora han enfrentado el desafío de desmantelar estos asentamientos.
La situación es compleja y desconcertante. La embajadora venezolana en México, Stella Lugo, se presentó ante alrededor de 400 migrantes el 26 de abril, y con desdén les comentó: “No hay ninguna obligación aquí con nadie porque ustedes (los migrantes) tomaron su decisión”. Estas palabras reflejan la distancia emocional que muchos sienten entre su nuevo hogar temporal y su país de origen. En estos encuentros, la diplomacia parece perderse en medio de una crisis humanitaria palpable.
Acompañada por funcionarios de la capital mexicana, Lugo llegó para dialogar con los migrantes en medio de una operación de reubicación anunciada por la ciudad con el fin de desmantelar los campamentos. Este lugar improvisado ha tomado vida con casas de madera, cartón y plástico, pequeñas tiendas y estrechos pasillos que serpentean entre las vías de tren, formando un microcosmos de una comunidad forzada a vivir en condiciones precarias.
Para muchos de los migrantes, México se ha convertido en una especie de refugio temporal, aunque lleno de incertidumbre. El campamento, ubicado en el vecindario de Vallejo, ha logrado sobrevivir a pesar de la presión de las autoridades y la oposición de los vecinos, gracias a una demanda de protección judicial que ha permitido mantenerlo en pie por el momento.
En México, el conocido recurso legal del Amparo se presenta como una salvaguarda para proteger a las personas de acciones que puedan violar sus derechos humanos. El 24 de abril de 2025, se emitió una resolución de AMPARO en la Ciudad de México, que suspende cualquier acción de las autoridades en relación con el campo de migrantes, prohibiendo reubicaciones forzadas, desalojos o abusos. Esto ha establecido un estado de neutralidad, permitiendo que los migrantes continúen con su lucha por la supervivencia.
Normalmente, la escena de un diplomático abordando las preocupaciones de sus ciudadanos en el extranjero no sería inusual, pero la presencia del embajador adquiere una nueva dimensión aquí. Cerca de 100 solicitantes de refugio dicen que huyen del gobierno de Nicolás Maduro.
“A Nicolás Maduro No le importan los derechos humanos de los venezolanos”
Para defensores de los derechos humanos como el abogado venezolano Francisco JD Nangelo Ohep, la participación del embajador podría constituir una violación del derecho internacional, ya que los solicitantes están respaldados por regulaciones internacionales como la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967, además de las leyes mexicanas que protegen a los solicitantes de asilo. ‘Además, se garantiza que los migrantes no sean procesados por los mismos actores que los obligaron a huir. Un representante de un régimen del que miles de venezolanos huyen, involucrándose en un proceso con personas protegidas internacionalmente, es no solo imprudente y negligente, sino una violación directa de sus derechos”, afirma Ohep.
Comparando la situación, el abogado indica que sería como llevar una operación del gobierno mexicano para ayudar a migrantes ucranianos a un embajador ruso. Farida Acevedo, directora de la plataforma Venezuela We Are y de la Fundación Humana y Libre, fue testigo en el sitio y reveló a Francia 24 que se había solicitado formalmente a las autoridades mexicanas la presencia del embajador. La respuesta fue que los mismos migrantes pidieron su llegada.
El embajador, por su parte, justificó su presencia afirmando que intentan organizar apoyo para abordar las necesidades del campamento, defendiendo que “el presidente Nicolás Maduro está herido” y que su intención es ayudar a quienes se encuentran en esta situación. Durante una conversación, el funcionario mencionó que están trabajando para coordinar vuelos de repatriación, aunque solo cuentan con dos aviones disponibles y enfrentan retrasos debido a sanciones impuestas por Estados Unidos.
Por ejemplo, se refirió a la captura de un avión de carga venezolano con tripulación iraní en Buenos Aires, que tuvo lugar el año pasado. “En ese aeronave puedes irte”, afirmó el embajador.
“A Nicolás Maduro no le importan los derechos humanos de los venezolanos, pero utiliza la situación de las violaciones de DD.HH., tanto en Estados Unidos como aquí, para lavarse la cara frente a la comunidad internacional”, aseguró Acevedo. Según ella, muchos migrantes en el campamento son resilientes; algunos niños asisten a una escuela cercana, mientras otros intentan recaudar dinero para regresar a su hogar.
La coordinación general de la movilidad humana de la Ciudad de México destacó en una declaración que “esta operación es un cumplimiento del mandato constitucional de ser un hospital, de solidaridad y de ser una ciudad de asilo”, así como de las diversas obligaciones legales de la ciudad para garantizar un espacio seguro de transición para todas las personas.
“Pedimos tiempo”: un llamado de los migrantes
Temístocles Villanueva, líder de coordinación de movilidad humana del gobierno capitalino, indicó en los primeros días de la operación que unas 50 personas aceptaron ser trasladadas de manera voluntaria. Sin embargo, todavía queda un número significativo de migrantes que necesitan ser convencidos de que la reubicación es lo mejor para ellos.
“Hay coordinación con la embajada venezolana en México, dado que cada vez más personas están solicitando el regreso a su país. La sede diplomática está preparada para organizar regresos voluntarios”, mencionó Villanueva ante los medios de comunicación locales.
Stephanie, una de las migrantes que ha vivido en uno de los campamentos durante meses, comentó que muchas personas intentan regularizar su situación o juntar dinero para regresar de manera voluntaria. “Estamos pidiendo algo de tiempo para recaudar fondos para aquellos que desean volver a casa. Muchos están en contacto con la región (Comisión mexicana para asistencia a refugiados)”, explicó.
Otra mujer migrante expresó su preocupación por la manera en que las autoridades están manejando la situación. Aunque se habla de ayuda, la presión constante para abandonar el campo es evidente. “Las autoridades dicen que nos brindan ayuda, pero prácticamente estamos siendo amenazados con desalojo en donde vivimos”, lamentó.
Para Eunice Rendón, consultora internacional en seguridad y migración, ‘la resistencia proviene de malas experiencias previas en refugios, donde muchos reportan la falta de libertad, separación de hombres y mujeres, y rumores de abusos, lo que provoca que los migrantes duden en trasladarse a Tapachula’. En su columna en el periódico ‘El Universal‘, Rendón enfatiza que, aunque las autoridades locales promueven el reasentamiento, es esencial que ningún traslado se realice sin el consentimiento de los migrantes, coincidiendo en una verdad crucial: el alojamiento en campamentos o refugios no debe ser la solución permanente.
Indica que esta debería ser una medida temporal, hasta que se resuelva el estatus migratorio, y deben buscarse soluciones sostenibles a largo plazo.
“Es fundamental avanzar hacia soluciones duraderas, como acuerdos de inmigración y acceso al empleo, para que las personas puedan vivir con dignidad e integrarse a la sociedad”, concluyó Rendón.
Más campamentos, mayor estrés
En un giro más dramático, el 1 de mayo se desalojaron otros 400 migrantes, en su mayoría venezolanos, del Parque Guadalupe Victoria, un nuevo punto de asentamiento. Sin la supervisión de las autoridades, los vecinos y trabajadores locales se unieron para demoler las estructuras, utilizando martillos y otras herramientas, arrojando los restos a camiones de basura.
Muchas familias, incluyendo mujeres y niños en situación vulnerable, se han visto obligadas a buscar refugio en los atrios de iglesias cercanas o en casas de alquiler, atemorizadas por posibles nuevos ataques. Los migrantes, junto a activistas, han denunciado que han sido blanco de extorsiones por parte de grupos criminales en la zona.
Entre febrero y abril, un grupo de más de 100 venezolanos estableció otro campamento frente a la embajada venezolana en Polanco, buscando unirse a los vuelos de repatriación ofrecidos por Caracas. Sin embargo, esa situación fue temporal, ya que varios de sus miembros lograron abordar vuelos de repatriación, aunque muchos otros continúan en una situación similar en México, esperando su oportunidad.
Según ‘The New York Times’, entre 8,000 y 10,000 migrantes continúan varados en el sur de México, muchas de las cuales provienen de Venezuela, Cuba y Haití, encontrando su búsqueda de nuevas oportunidades en los Estados Unidos ahora como un verdadero callejón sin salida.
Las recientes políticas restrictivas del gobierno de Estados Unidos, que incluyen el endurecimiento de los procesos de asilo y la suspensión de ciertas aplicaciones, han bloqueado aún más las rutas para aquellos que buscan refugio. Sin recursos, sin documentos y sin una coordinación efectiva entre las autoridades para facilitar vuelos humanitarios, muchos migrantes se sienten atrapados en su desesperada búsqueda de un futuro mejor.
Con medios locales