
una selección de idilios, rupturas y pasiones para volver a emocionarse – La nación
















No nos escondemos: aquí siempre a favor de una buena explosión en todo el jeto, pero también de unos arrumacos y unas palabras reconfortantes. El cine romántico es uno de los escasos rincones confortables que nos quedan en este mundo tan desapacible, así que hemos hecho una selección de sus mejores ejemplos y donde puedes verlos. Hemos priorizado la variedad de subgéneros, intérpretes y tonos: desde comedias locuelas a dramones de ver con paquete de pañuelos al lado. Toma asiento, abrázate a un helado de chocolate, y déjate llevar por tu corazón.
Casablanca (1943)
Para muchos cinéfilos, la historia de amor más importante del cine, y no es para menos: el cautivador romance entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman lo tiene todo. Un romance en el pasado que no es posible repetir en el presente, vidas complejas que si se entrelazan harán daño a todos los implicados, una batería de secundarios inolvidables y un entorno cautivador. Una película a la altura de su propio mito, que no es poco, y donde es inevitable emocionarse con la arrolladora fuerza de sus sentimientos y con su sincera exploración del significado último del amor.
Moonlight (2016)
Ganadora del Oscar a la Mejor Película y descubrimiento total de Mahershala Ali, en una película que es un retrato social tanto como una historia de amor, aunque los sentimientos vertebran toda la historia. De hecho, conocemos al protagonista con diez años, incapaz de afrontar la homosexualidad que marcará su vida, con encuentros y desencuentros con un romance juvenil que nunca llegará a cuajar de forma satisfactoria. Interpretaciones apabullantes y mensajes universales la convirtieron en un éxito más allá de su propuesta LGTBI.
Dirty Dancing (1987)
Una de las muchas historias de jovencita inocente que experimenta sus primeros sofocos por culpa de un malote experimentado (carismatiquísimo Swayze), pero contada con tanta gracia y una visceralidad icónica que hace que se le perdone todo. Su romanticismo es a la vez impostado, pasado de moda ya en los ochenta (porque está ambientada en los sesenta) y a la vez muy consciente del brutal potencial hortera de sus imágenes. Una versión light y con bailes sexys de ‘Lolita’ (ella se llama Baby, lo cierto es que la película va a tope), pero con una banda sonora monumental (sobre todo los clásicos vintage) y un tono ligero que permiten revisitarla una y otra vez.
Titanic (1997)
Una película que ya desprendía un aroma atemporal y universal en su momento, lo que sin duda ayudó a convertirla en un descomunal éxito. James Cameron rodeó la empalagosa pero altamente mpatizable historia de amor de una ferrea estructura de película de acción, sin explosiones ni ruido, pero sí con uh escenario que se va desintegrando literalmente a los pies de los amantes. Una película con un trasfondo,m e realidad bastante amargo: posiblemente si el crucero hubiera seguido su rumbo, se habrían tenido que despedir anticlimáticamente. El accidente convirtió siu romance en una historia absolutamente inmortal.
¡Olvídate de mi! (2004)
Nada mejor que la ciencia ficción para justificar argumentalmente una exploración de la ruptura y el duelo absolutamente antológica, que lleva estados de la mente que han sido explorados muy pocas veces en el cine a extremos fisiológicos. Dirigida por Michel Gondry y escrita por Charlie Kaufman, narra cómo una pareja decide borrar los recuerdos que tienen el uno del otro tras una ruptura dolorosa. En el proceso, él revive su amor y lucha por aferrarse a esos recuerdos antes de que desaparezcan definitivamente. La tremenda originalidad de la historia, contada de forma no lineal y con puntos surrealistas, y las demoledoras interpretaciones de Kate Winslet y Jim Carrey, la convierten en una de las mejores comedias románticas del siglo.
Bonnie y Clyde (1967)
La historia real de la pareja de delincuentes Bonnie Parker y Clyde Barrow durante la Gran Depresión en Estados Unidos, mientras recorren varios estados huyendo tras cometer robos a bancos y gasolineras. Una mezcla única de violencia cruda y romance juvenil, en una película revolucionaria al mostrar a los protagonistas con una libertad moral inaudita incluso en 1967, sin glorificar sus actos delictivos pero convirtiéndolos en personajes sumamente empáticos. Deseo, desesperación, amor, violencia, en una película que aún hoy tiene detalles perturbadores, como la impotencia de Clyde. Extremadamente influyente para lo que estaba por venir en Hollywood en los setenta.
El amor está en el aire (1992)
No te fíes de quien te diga que ‘Moulin Rouge’ es la película más romántica de Baz Luhrmann, director también de las estupendas ‘Romeo + Julieta’ o ‘Elvis’. Esta es su auténtica excentricidad hecha romanticismo, donde sigue a un bailarín que desafía las estrictas normas de la Federación de Baile al improvisar nuevos pasos, lo que provoca la ruptura con su pareja oficial. Scott encuentra en una bailarina principiante de origen español una nueva pareja, y juntos luchan contra las convenciones. Bañando un chispeante romance de críticas hacia la rigidez institucional y una defensa de la integración cultural adelantada a su tiempo, es la película visualmente más loca de Luhrmann, con tremendas coreografías y una gran química entre los protagonistas.
Annie Hall (1977)
Woody Allen no suele ser celebrado por su romanticismo, pero es una percepción totalmente injusta: además de que la inmensa mayoría de sus películas incluyen una emotiva historia de amor (o desamor, en su estupenda racha de películas sobre divorcios), éstas suelen ser originales y memorables. Aquí, un comediante neurótico de Nueva York tiene una relación intermitente con una excéntrica cantante. Su estilo fresco, su narrativa no lineal y el uso de recursos meta bañaron de innovación el género romántico, aunque su columna vertebral, la empatía que despiertan el propio Allen y Diane Keaton, es lo que ha convertido a esta divertidísima peripecia lírica en un clásico.
Brokeback Mountain (2005)
Veinte años ya de esta fundacional película, esencial para los avances de la visibilidad LGTBI en el cine comercial de Hollywood. Dirigida por Ang Lee, narra la profunda y complicada relación amorosa entre dos vaqueros que se conocen en 1963 durante un verano trabajando en el pastoreo de ovejas en la montaña. A pesar de sus matrimonios y familias, ambos mantienen un vínculo secreto que se extiende a lo largo de dos décadas, marcado por la lucha interna contra los prejuicios sociales y la represión de sus sentimientos. Una emotiva exploración del amor prohibido y la identidad en un entorno conservador, con dos actuaciones inmortales y rebosantes de tensión y delicadeza de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal.
Trilogía ‘Antes’ (1995, 2004, 2013)
Un insólito experimento compuesto por ‘Antes del amanecer’, ‘Antes del atardecer’ y ‘Antes del anochecer’, y que sigue la evolución de la relación entre Jesse y Céline, dos personajes interpretados por Ethan Hawke y Julie Delpy, a lo largo de casi dos décadas, con encuentros espaciados por nueve años cada uno. La primera película retrata el mágico y efímero encuentro de los dos jóvenes en Viena que, tras una noche de conversaciones y paseo, se enamoran. En la segunda entrega, en París, se reencuentran y confrontan sus vidas. Finalmente, en la última, la pareja ya consolidada se enfrenta a las tensiones y desafíos de una relación a largo plazo.
Una trilogía de estructura poco convencional, basada casi exclusivamente en diálogos que capturan la evolución del amor, el paso del tiempo y la complejidad de las relaciones.
- Puedes verlas en Filmin (las tres), Movistar Plus+ (las tres), HBO Max (las tres) y Prime Video (Antes del anochecer)
Vértigo (1958)
De entre todas las películas con elementos románticos de Hitchcock (de ‘Rebeca’ a ‘Recuerda’, pasando por ‘Atrapa a un ladrón’), ninguna tan enfermiza y obsesiva como ésta. Considerada por muchos como la mejor película de la historia del cine, lo cierto es que usa las herramientas del cine como pocas para permitir qwue nos sumerjamos en la tortuosa mente de un detective retirado que sufre vértigo tras un accidente traumático. Vigilando a una mujer obsesionada con su pasado y con conductas erráticas, se obsesionará él con ella, mientras la trama se complica con engaños, tragedias y un amor marcado por la obsesión. Una exploración como pocas de la psicología humana, la fragilidad del amor y la identidad.
La Bella y la Bestia (1946)
Sabemos que más de uno y más de una se tirarán de los pelos con la inclusión de esta y no de la versión animada del clásico cuento de Leprince de Beaumont, pero es que lo de Cocteau no tiene nombre. El fervor amoroso queda representado en pantalla de forma a la vez metafórica y literal, con imágenes fantasmagóricas, casi de película de terror, que se acercan con mucha más precisión al imposible romance entre la mujer y la bestia. Además Cocteau termina el cuento como tiene que terminar: de forma irremediablemente trágica. No hay esperanza para la supervivencia de la historia de amor, pero hasta entonces, castillos mutantes.
Cuatro bodas y un funeral (1994)
Canon absoluto del cine romántico de la época y piedra de toque para todas las derivadas que tomaría el género, años e incluso décadas después, encasillando parcialmente a Hugh Grant como galán. Guionizada por Richard Curtis, que más adelante debutaría en la dirección con una producción que no hemos traido aquí porque tiene una popularidad completamente inmerecida, ‘Love Actually’. La química entre Andie McDowell y Grant es indiscutible, el plantel de secundarios es soberbio y la película se beneficia enormemente de su estructura de repetición que da pie, sin embargo, a innumerables sorpresas.
Ha nacido una estrella (1954)
Sí, la reciente versión de 2018 es estupenda, pero la de 1954 es una auténtica maravilla, con una leyenda propulsada por los innumerables conflictos que puntuaron su rodaje, y una Judy Garland permanentemente on fire. Fue en los ochenta cuando se convirtió en un clásico de culto gracias a las bajoneras tonalidades de su romance, que incluyen abusos considerables y un final antológicamente oscuro. Cuenta cómo un famoso actor, en decadencia debido a su adicción al alcohol, descubre y ayuda a una joven camarera con gran talento para la canción a convertirse en una estrella. Después de casarse, la vida común de ambos comienza a desmoronarse.
Deseando amar (2000)
¿La película más elegantemente romántica de la historia? Quién sabe, pero es imposible concebir una pareja más melancólica y que la que componen Tony Leung y Maggie Cheung. Dirigida por Wong Kar-wai, nos lleva al Hong Kong de 1962, presentando a dos vecinos cuyos respectivos cónyuges mantienen una relación adúltera. Al descubrir la infidelidad, ambos se acercan para compartir su dolor y soledad, iniciando una relación íntima marcada por el deseo contenido, no queriendo replicar el comportamiento de sus parejas. Exquisita en lo visual y lo sonoro, la película trasciende las palabras con silencios, miradas y retratos de un amor imposible. Una obra maestra del cine romántico más lírico.
Breve encuentro (1945)
Un melodrama clásico con todas las letras, donde brilla el pulso de David Lean como director, nominado por primera vez al Oscar gracias a ella. Con dos actores prácticamente desconocidos, Celia Johnson y Trevor Howard, Lean enhebró una historia de amor en la que un hombre y una mujer, ambos casados, se conocen en una estación de tren después de pasar un par de días convencionales que certifican la medianía de sus vidas. Cada jueves se reencontrarán en la ciudad, dejando crecer un sentimiento que la sociedad de la época no puede tolerar, pero que la película no juzgará, dejando que el espectador se deje llevar, arrebatado, por su amor prohibido.
El apartamento (1960)
Clásico absoluto de Billy Wilder que enhebra un equilibrio alquímico entre comedia, drama y crítica social a través de un guion agudo y unos personajes entrañables y emocionantes, encarnados por Jack Lemmon y Shirley MacLaine, que dotan al filme de ternura, ironía y profundidad emocional. En ella, un solitario empleado de una gran aseguradora presta su apartamento a sus jefes para sus citas amorosas, lo que le coloca en situaciones comprometidas que se terminarán de desbordar cuando se enamore de la amante de su superior inmediato. Sus reflexiones sobre la ética laboral y el amor en los lugares de trabajo son hoy aún más corrosivas y pertinentes que en su momento.
La princesa prometida (1987)
Parece mentira que una película rebosante de ironía y que desactiva con precisión cada una de las convenciones de los cuentos de hadas, sea también tan maravillosamente honesta y romántica. Un experimento asombroso con el tono y la narrativa que da como resultado una de las películas más justamente adoradas de los ochenta, una que mantiene intacto todo su candor y toda su energía. Rebosante de personajes memorables, gags tronchantes y, sí, una de esas historias románticas que reactivan la fe en el amor hasta de los corazones más petrificados.
50 primeras citas (2004)
Las comedias románticas de principios de siglo son un género, indiscutiblemente, para muy cafeteros, pero su impacto popular las convierte en un género nada desdeñable, y que tuvo incluso su propio star system. En él hubo divas como Drew Barrymore, que firmó estupendas comedias como ‘Nunca me han besado’ o, en compañía de Adam Sandler, las estupendas ‘El chico ideal’ y esta ’50 primeras citas’, de tintes absurdamente amargos. Un mujeriego se enamora de una amnésica que olvida todo lo ocurrido el día anterior, con lo que debe reconquistarla diariamente, en una especie de Día de la Marmota con el romanticismo subido. Tan memorable como ligera, perfecta para cuando nos apetece romance, pero no necesariamente tragedia.
Un ladrón en la alcoba (1932)
Cada cual tiene sus preferencias, pero particularmente nos pirran las comedias románticas clásicas, variante screwball (muchos secundarios, diálogos fulminantes, conceptos chiflados, acción trepidante), algunas de ellas clásicos absolutos de los romances desastrados como ‘La fiera de mi niña’. Pero si hay que quedarse con una que tenga el romanticismo subido, esta obra maestra pre-Código Hays de Ernst Lubitsch es oro molido: una carterista que se hace pasar por condesa, conoce en Venecia a un famoso ladrón y se enamoran. A partir de ahí, viajes, idilios, triángulos, un montón de amigos de lo ajeno y esa moralidad disipada pre-Código que aún hoy ruborizará a más de un espectador.
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